Además del terrible impacto individual y social que provocó, la pandemia también cambió nuestros hábitos. Antes acostumbrábamos ir a bares y restaurantes para comer y beber en grandes grupos o bien reunirnos para disfrutar de comida congelada o platillos ya preparados, sin embargo, esto cambió en marzo de 2020. Cocinar en casa es ahora lugar común, al igual que pedir comida a domicilio.   

Estos cambios pueden explicarse a partir de distintos factores. Además de las restricciones sanitarias para contener el virus, por las cuales muchos establecimientos comerciales tuvieron que cerrar por largos periodos de tiempo o reducir su capacidad, los precios de la comida subieron y factores como la ansiedad y tener más tiempo libre han influenciado nuestras decisiones sobre lo que ponemos, y cómo lo ponemos, en la mesa.   

Así como los consumidores se han adaptado a cocinar más, los chefs también han comenzado a compartir sus recetas y a hacer tutoriales para las redes sociales. Las recetas de comida casera y confortable han ganado terreno ante el miedo y la incertidumbre de la pandemia. Por ejemplo, en Brasil recetas para preparar postres como el “bolinho de chuva” y pastel de zanahoria han incrementado; al mismo tiempo existe también un interés por una alimentación más saludable, incluyendo aquellas dietas o alimentos que pueden fortalecer el sistema inmune. Los alimentos veganos y vegetarianos también se han vuelto más populares, igual que las proteínas de origen vegetal, una tendencia que ya existía y que sin duda seguirá creciendo en los próximos años.  

Debido a las restricciones de movilidad, muchos restaurantes adaptaron sus operaciones para hacer entregas a domicilio o menús para llevar con el fin de servir a sus clientes. La escasez de empaques y el aumento en el precio de insumos han sido un problema para este tipo de negocios. El boom de la comida a domicilio también provocó el aumento de las llamadas cocinas fantasma ─ lugares donde solo se prepara comida para llevar ─, un modelo de negocio que ya estaba al alza en Brasil.  

En este momento de tantos cambios en la sociedad y el sector, nuestro último estudio, el Edelman Trust Barometer 2021 Special Report: A World in Trauma, cuyo trabajo de campo se llevó a cabo en mayo de 2021, reveló que 73 % de las personas que participaron a nivel global confían en el sector. El rubro Alimentos y bebidas obtuvo un incremento de 8 puntos a comparación del reporte anterior, cuyo trabajo de campo se llevó a cabo en noviembre de 2020. Ante tantas adversidades, nuevas expectativas y miedos, es esencial para los negocios adaptarse al nuevo contexto, no solo para sobrevivir la crisis, sino para mantener las relaciones de confianza con los stakeholders.  

Además de la incertidumbre ocasionada por la pandemia, las marcas siguen siendo parte de una sociedad que espera que las empresas sean parte de la solución a los problemas sociales como el racismo, la inequidad de género, el cambio climático y la automatización del trabajo, entre otros. Crear un balance entre las nuevas exigencias del mercado y estas expectativas es un desafío que debe superarse, tomando en cuenta todos los puntos de contacto. Afortunadamente, además de las últimas adaptaciones e innovaciones que la industria ha implementado, hemos visto a varias marcas adoptar posturas sociales como hizo Ajinomoto con su campaña Take Out Hate, que impulsó que la gente consumiera de restaurantes de comida asiática luego de haber sufrido una caída en ventas del 70 % al principio de la pandemia. Otro ejemplo es KFC, que lanzó en México la campaña Keep Family Close, que invitaba a las personas a enviar comida a su familia y amigos que se encontraban lejos y que no podían visitar debido a las medidas sanitarias. También vale la pena mencionar a Cerveja SOL, que en noviembre de 2020 anunció que de ahora en adelante usará energía solar en su producción.  

Marcilia Ursini es Vice Presidenta Ejecutiva de Edelman Brasil